El postre es el último plato que solemos servir en cualquier comida que preparemos. Esto significa que, probablemente, también será lo que la mayoría de los comensales va a recordar, por lo que poner un poco de esfuerzo extra puede marcar la diferencia.
Obviamente tiene que saber bien, pero incluso el postre más increíble del mundo no va a excitar los sentidos de nadie si solo se disponen unos cuantos ingredientes en un plato y sin ningún tipo de armonía.
Una mala presentación puede “arruinar” la receta más sabrosa, mientras que un postre más o menos corriente pero bien presentado puede ganar muchos puntos. En Oreo Academy podéis encontrar muchos postres en los que inspiraros para mimar al máximo la puesta en escena.
Recordad, además, que la Academia ha preparado un reto que gira alrededor de las galletas Oreo: un concurso de repostería en el que hay que elaborar una receta por cada una de las tres especialidades en juego (tartas, batidos y muffins) y recrear la que ha propuesto Aleix Puig, el director de Oreo Academy, en su masterclass. Los tres ganadores se llevarán un robot de cocina valorado en 1.200 euros.
Una cobertura atractiva
Por muy sencillo que sea nuestro postre, una cobertura atractiva hará que gane muchos puntos: desde unas frutas naturales dispuestas por encima (los frutos rojos siempre son un acierto), hasta unas galletas trituradas, una cobertura de chocolate, jalea o mermelada, unas palomitas caramelizadas, coco molido o en copos, chips de chocolate, nueces, unas hojas de menta o incluso unas flores naturales, harán que todo luzca mucho mejor.
Si escogéis la opción de centraros en la cobertura, es importante tener en cuenta el tipo de postre que se vaya a preparar. No es lo mismo una tarta que un cupcake, unas trufas o una crema dulce. En cada caso la cobertura tendrá que adecuarse al tamaño de la receta preparada y a su consistencia. Una crema, por ejemplo, no tiene tanta estabilidad como un pastel o un bizcocho, y si escogéis una cobertura que pese, como unos frutos rojos, lo más seguro es que se acaben hundiendo en la crema.
Con un pelador de patatas, podemos hacer virutas de chocolate en pocos minutos y conseguir una atractiva cobertura. Para que no se derritan y pierdan consistencia antes de usarlas, lo mejor es guardarlas en el frigorífico o congelador, de esta forma no se deformarán. Con chocolate blanco fundido y unas gotas de colorante alimentario, conseguiremos una vistosa cobertura de color para nuestros postres, como galletas, tartas, pasteles, cupcakes, etc.
Menaje de presentación
Reiteramos la idea de que la comida entra por los ojos, así que «donde» la presentéis es un elemento importante a tener en cuenta. No será lo mismo una tarta que una mousse, una crema o unos pastelitos, pero en cualquier caso pensad que cómo vistáis vuestra preparación es muy importante.
Si habéis preparado una tarta o pastel, usar una bandeja con pie siempre sorprende. Es una pieza fácil de encontrar gracias al boom de la repostería creativa casera, pero si no disponéis de una, siempre podéis hacerla vosotros mismos usando una bandeja y candelabro bonito o una copa puesta del revés que hagan juego con ella.
Lo mejor es que la bandeja se ajuste a la forma de nuestro postre. Las bandejas suelen ser redondas y son perfectas para tartas, bizcochos o bundt cakes. Se encuentran en cristal, porcelana blanca o de colores, plástico, madera, incluso las hay desechables de cartón.
Si habéis hecho una mousse, una crema o un helado, una copa o un bol de cristal dará un toque brillante a vuestro postre, sea este el que sea. Si habéis preparado un postre frío, como un helado, lo ideal es usar copas anchas y con formas redondeadas, que no sean excesivamente altas ni estrechas, para que se pueda acceder fácilmente a todo el contenido.
Si se trata de un batido o una crema, lo mejor son copas altas y alargadas. Para este tipo de copas deberíais añadir cucharas largas o pajitas. Estas últimas darán un toque muy divertido al postre, especialmente si son de colores fuertes y desenfadados o con rayas.
Aunque las normas de estilismo desaconsejan servir el postre en el mismo molde -a menos que se desee una presentación de estilo rústico y artesanal, pero no es lo más adecuado-, en ocasiones sí es aconsejable no sacar nuestro postre del recipiente donde se ha cocinado, sobre todo si su consistencia es más bien delicada.
Es el caso de los suflés. Aquí es interesante contar con moldes bonitos que se puedan meter en el horno para poder elaborar el postre en porciones individuales y servirlo en la mesa directamente. Además, seamos prácticos: ahorraremos tiempo y no tendremos tantos platos que fregar.
Si nos decantamos por esta opción, lo mejor es usar la tabla de madera para presentar nuestros postres que sean de tamaño bocado, como unas trufas, aunque también irá bien si cortamos un bizcocho y colocamos los trocitos sobre la tabla. Esta presentación es ideal para sacar un pequeño capricho dulce después de una comida con el café, como unas trufas.
Jugar con texturas y colores
Los colores brillantes y fuertes son los que más destacan en repostería. El rojo de las bayas, el verde de la menta o el marrón del chocolate, son combinaciones cromáticas que suelen captar la atención del comensal.
Aunque debemos tener en cuenta la compatibilidad de los sabores de los distintos ingredientes que se combinen en el postre, por este motivo no se debe abusar demasiado de los aromas que resulten demasiado predominantes.
En cuanto a las texturas, provocarán que el paladar de nuestros comensales estén en todo momento abiertos a cualquier cambio. Si jugamos con las texturas (blanda, dura, crujiente o incluso líquida), el comensal irá en busca de nuevas sensaciones y se inclinará por probar otras elaboraciones.
Filigranas o dibujos
Una decoración que destaca a la hora de emplatar un postre consiste en aplicar, sobre un baño o una salsa, unos puntos o tiras de un baño o salsa de color diferente, y pasar la punta de un cuchillo por encima para formar un dibujo que destaque.
Desde formas circulares hasta un enrejado sobre el que depositar un trozo de tarta, un cupcake o unos bombones, pasando por corazones, arcos, etc. las posibilidades son infinitas. Solo será necesario un pulso firme que nos permita realizar las filigranas o dibujos sobre el plato para que queden perfectos y disponer de una manga pastelera con una boquilla lo más fina posible.
Otra posibilidad es dibujar el contorno de los cubiertos para degustar el postre -el tenedor, una cuchara- con azúcar glas espolvoreado por encima. Para que nos salga perfecto lo mejor es ayudarnos de un colador de malla fina, y tendremos que ir con cuidado a la hora de retirar los cubiertos para no dejar ninguna marca en el azúcar.
Trampantojo
Lo más pequeños quedarán encantados si intentáis engañarlos con un trampantojo, haciéndoles ver lo que no es con vuestro postre. Preparad un falso huevo frito con patatas usando yogur, melocotón en almíbar, manzana y confitura de fresa. Los dejaréis con la boca abierta y pensarán que os habéis equivocado presentando este plato en lugar de un postre.
Si queréis más ejemplos, echad un vistazo a las recetas que ya han subido los concursantes del reto planteado por Oreo Academy. Esta tarta «tan observadora», realizada por Marga, es una de ellas.
Imágenes | StephanieFrey / Ivannag82 / Rimma_Bondarenko / Premyuda Yospim / eriyalim / Oksana_Bondar/ siims / amoklv /